1 jun 2010

Israel

Me llamo David (no, obviamente radurdin no es mi nombre). Es quizá el nombre judío más importante, el del rey más poderoso e influyente de su época. Desde siempre he sentido fascinación por la cultura judía, por su amor al conocimiento, por su capacidad de esfuerzo. Han sido perseguidos, pero no por ser judíos, sino por ser capaces, inteligentes y esforzados. Detesto profundamente esas persecuciones, y especialmente el holcausto. Y sin embargo (ahora vienen los peros):


- No creo en el estado de Israel. No se aguanta privar de sus tierras a los palestinos por el maltrato histórico que han recibido los judíos. Si era un resarcimiento por el holcausto, haberles dado alemanis.

- La política belicista y frentista que lleva a cabo ese gobierno (y han llevado tantos otros) sólo se puede mantener porque tienen a su primo de zumosol EE.UU. Si no fuera por ellos, no durarían. A EE.UU. le interesa tener esa cuña metida en el mundo árabe, pero se están pasando de permisivos.

- El mismo holocausto que sufrieron lo están aplicando ahora. Si los que murieron en los guethos vieran el muro de la vergüenza, se volvían a la tumba.

- Lo de la flotilla es indignante, no vale la pena hablarlo más.


- Y si el gobierno de Israel se porta como un cerdo, se les tiene que llamar cerdos. Si son asesinos, son asesinos. Occidente está acomplejado por no impedir el holcausto, pero a cambio están permitiendo otro.


Es muy triste, pero es así.