15 feb 2011

Historia de una adopción: El certificado de idoneidad

Debo decir que lo veo necesario, diría que imprescindible para afrontar una adopción con éxito. Porque no sólo te estudian (como persona y como pareja) sino que te estimulan a plantearte cosas sobre tu futuro hijo. Te lo acercan. Y eso es doloroso a veces, ya que una pareja cuando inicia los trámites para una adopción, ya lo hace con la necesidad de cubrir el hueco de ese niño que se empeña en no llegar. Ya tienes ganas de ver a ese niño, de amarlo, de darle todo el cariño que pueden dar unos padres. Y eso siendo nosotros muy jóvenes para lo que se veía ahí (contad de 37 años para adelante, nosotros sólo 32). Para los padres adoptantes mayores, el efecto psicológico debe ser devastador.


Todo empieza con una charla de dos días con varias parejas (y gente sola) en un gabinete psicológico autorizado por la Generalitat para hacer este proceso. Como si fueran funcionarios, pero las oficinas son más bonitas. Necesariamente (en Catalunya al menos) debe ser entre un viernes (todo el día) y la mañana del sábado. Supongo que es una manera de probar si los padres están comprometidos, pero de verdad, no hace falta. Vamos a ir, hemos pagado alrededor de 1.000 euros para ello, no hace falta pedirnos que faltemos un día al trabajo, ni disponer de nuestro tiempo como si no valiera nada. Somos “el cliente”, aunque eso en la administración pública no significa nada. Y sí, estoy dispuesto a dedicarle a mi hijo todo el tiempo que haga falta, pero, probablemente, ese niño aún no haya nacido, es más, seguramente ni habrá sido concebido. No necesitan putearnos, más de lo que cada uno pueda estar de por sí por no ser capaces de concebir un hijo, cosa que la gente de tu alrededor hace alegremente.

Pero hablaba de esos dos días. Debo agradecer (dejando de lados temas de horarios) a Cel Obert la aproximación que nos hicieron al tema de la adopción. De allí saqué varias ideas, pero algunas más claras que otras.

La idea cero, la que debe pesar sobre todo es que lo más importante aquí es el niño. No estás comprando un juguete, estás adquiriendo la máxima responsabilidad posible con una persona indefensa que viene de pasarlo muy mal. Eso es lo más importante. Y después:

En primer lugar, no nos hacíamos una idea de lo que representa la adopción, y los problemas que puede tener para el niño. Tendemos a pensar que una persona a la que llevan a un sitio mejor debería estar agradecida, pero nada más lejos de la realidad. Aunque sea un desastre el orfanato es la única casa que conoce. Siente que le han abandonado dos veces (su madre, los que le cuidaban en el orfanato) y tiene un miedo mortal al tercer abandono.

En segundo lugar, el niño está herido. No hablo de heridas físicas que son, en nuestro entorno privilegiado, solucionables. Hablo de heridas emocionales, hablo de que por muy pequeño que sea un niño cuando lo adoptan, siempre va a tener el vacío que le dejó el abandono de su madre (de los padres hablaré ahora). Esa herida la va a tener siempre, y no se gana nada ocultándola, se debe ventilar para que cicatrice. Hablo de que, por muy bien que lo hayan tratado en la institución en la que esté, su desarrollo emocional va a ser el de un niño menor. Hablo de que cosas como comer solo, dormir muchas horas o ser autónomo, que en un hijo biológico nos gustarían mucho porque significan que se ha hecho mayor, en un hijo adoptado son indicativos de problemas. Recuerdo con estremecimiento un video que nos pusieron. Allí se veía, en un orfanato, a una niña negrita de unos tres años tapar con una manta raída a un niño de unos cinco. Lo que si lo hace mi sobrino me hubiera arrancado una sonrisa, me heló la sangre. Ese gesto indica la soledad, la falta de afecto y el despego que sufren estos niños.

En tercer lugar, mis queridos lectores masculinos, os podéis dar por jodidos, no valéis nada. Exagero, obviamente, pero debéis saber que el proceso de vinculación emocional se produce esencialmente con la madre. Gran parte de los dos días gira a partir de este hecho, que es maravilloso y descorazonador a la vez. El padre es necesario para dar apoyo, pero ese proceso mágico (similar al que se produce cuando se da el pecho) nos está vedado. Como sabéis, soy un poco cínico, y le hice el comentario de “no valemos nada” a la psicóloga. Lo negó rotundamente, escandalizada, y le recomendé que en las próximas reuniones le dieran un poquito más de valor a los padres, que también existíamos.

Poco a poco te vas dando cuenta como todos los que estamos allí abrimos la mente a una nueva realidad. No vamos a traer a un niño sano. Vamos a tener un niño herido, con unas heridas que no podemos ver si no estamos muy atentos, y que no está acostumbrado a depender de nadie, pero que necesita (y no puede) depender de nosotros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

BERTA BOADAS Y SU SEQUITO JUEGAN A DIOSES.
El poder discriminar quien es apto y quien no en función de si escoges la maternidad por via de la adopción es algo que solo les está concedido a unos pocos. Y estas deidades son las que se erigen en poder divino para discriminar con criterios poco ortodoxos quien pasa la barrera la divinidad y quien no.
Qué Dios no asista! Y no sus discípulas!